Es muy fácil juzgar, comparar y hacer de menos. Y tan poco cotizado alentar, dejar ser la individualidad. Hasta a quien no conocemos minimizamos, escudándonos en el amor, diciendo, por ejemplo, que nadie será nunca tan esto o tan lo otro como a quien amamos. Sea quien sea.
A veces nuestra malicia nos alienta abiertamente, a veces no lo notamos y a veces simplemente caemos en eso, porque somos humanos y erramos. Me pasa al pensar en mi compañera. Y el problema no es que la ensalce, sino que minimice a otras personas.
En Desiderata dice que siempre habrá personas mejores y personas peores que uno, pero no para atacar a nadie, sino para ubicarnos en el mundo. Ubicarnos. Saber que hay un otro ante nosotros.
Creía que nadie era tan sacrificada como Kary,
tan cumplida con los compromisos y fiel a los ideales de lo que hace, como ella.
Tan amable y solidaria con sus semejantes,
tan única con esa capacidad de escuchar
y de tener palabras adecuadas para recordarle a la gente lo que vale y que sí se puede.
Y aunque no creí escuchármelo, hay alguien mejor que Kary,
tan cumplida con los compromisos como ella, y a su propio ritmo.
Tan fiel a los ideales de lo que hace, aún por sobre ella.
Tan amable y solidaria con sus semejantes que los ilumina,
tan con la capacidad de escuchar, sensatamente,
y luego triturar los males con una sonrisa que trae primaveras.
Es lo que varios nos dicen y es lo que veo en ella.
Tan de palabras adecuadas, para la risa, para el aliento o el cuestionamiento (afilada, brujita).
Tan perfecta, tan angelical y delicada. Con tanto encanto como fortaleza.
Hoy... soy yo quien quiere hoy recordarle lo que vale y que lo quiera sí se puede (y no hablo de lo que consigue con sus caritas y pucheros). Que lo quiera lo conseguirá, y estaremos ahí cerquita.
Hay alguien mejor que Kary, porque lo que ella hace, la otra lo hace también bailando.
Feliz cumpleaños, Ailen.
31 10 2022