jueves, 15 de agosto de 2013

Contradicciones / Laberinto



Contradicciones del "amor"

En mi segundo embarazo,
con 28 años veía cada vez más lejos mi oportunidad de ir a Grecia.
Si no me despedían por engordar y perder mi buena presencia
sería enviada al frízer durante mi permiso maternal, si lo recibía.

A quien fuera mi tierno compañero
se le fue achicando el alma mientras a mí se me agrandaba la panza;
Mientras la vida en mí crecía él sentía que moría.
Después de mucho fui atacada, acribillada con insultos.

Me acusaron de mentirosa y no a la T de cobre,
mi involuntario llanto inspiró un “perra manipuladora”,
el tiempo de reposo dio recursos fáciles como haragana y otros.
Pienso que mi crío, desde su infinito mar me salvó de un golpe.

Cuando llegó el momento fui al hospital sola,
pues a mi aburrido consorte se le ocurrió hacer algo divertido
por primera vez en su vida y fue a pescar pensando que
yo no alumbraría sino hasta dos días después.

Debo decir que cuando vino, el bebé amortiguó la situación.
Ya no me decía frígida pero se masturbaba viéndome amamantar,
yo me sentía humillada, disminuida y fea.
Cómo cambió tanto… o es que solo se mostró como era en verdad…


Laberinto

El amor eterno me duró cerca de 3 años.
El bosque de mil colores repleto de caminos
se convirtió en una gris ciudad llena de murallas,
la vida se hizo un laberinto oscuro como el mar de mis añoranzas.

Mi matrimonio se volvió una empresa
donde las cosas marchaban de acuerdo a la eficiencia del personal:
Levantarse besarse cogerse gritarse disculparse y dormir
para al día siguiente nuevamente repetir el cruel ciclo.

Cuando mi bebé me lo permitía viajaba a Grecia.
Como en mi niñez, los libros me llevaban a donde mis pies no lo harían.
Pensaba cómo puede el cielo oscurecerse tan pronto,
ni siquiera disfrutaba del sexo, con el que antes bautizamos todos los rincones.

Había  una tensión cada vez mayor,
no tenía donde ir y pensé en esconder el rabo y volver a mi San Isidro natal.
Se lo dije y discutimos sin que esta vez haya acuerdo,
entonces pasó de las palabras a las acciones y me golpeó brutalmente.

La mafia se alió al salvaje y preferí salir de la casa.
Mientras terminaba el bolso él llego de su trabajo antes con la citación en la mano:
Me golpeó de nuevo y me violó en la sala mientras el bebé lloraba.
Cosa increíble, los vecinos me salvaron con una llamada. Yo hubiese preferido morir.


Dos poemas de la serie "encuentros y desencuentros" (junio del 2013) referidos a los diversos tipos de violencia que sufren las mujeres por ideas acerca de los roles de género. 
 

Ser niña / Des-humanizadas



Ser niña

A los cinco años fui secuestrada
y torturada sistemáticamente,
vivía resistiendo el lavado de cerebro hasta las 11,
cuando cada día me rescataba mi madre.

El campo de concentración del “pre-escolar”
no era muy distinto al de los antiguos alemanes.
Allí nos juntaban a todas las “de raza inferior”
y nos moldeaban como a la plastilina que nos daban

El proceso de socialización no era discreto:
Era abierto y descarado.
Y no me equivoco en las palabras, era un proceso,
como la producción en una fábrica.

Me enseñaron a sentarme y sentirme como niña:
A escandalizarme y a llorar ante cualquier riña.
Me enseñaron a coser, bordar y a abrir la puerta
para ir a jugar, pero nunca cruzar por ella.

Me enseñaron sin decirlo que “el pito” sobresale.
Y entendí que la sociedad quiere y espera cosas distintas
para los niños y las niñas.
Lo que las niñas sentíamos o queríamos no importó nunca.


Des-humanizadas

Recién recibida de mayor de edad,
no dudé en preguntar cómo hacer una denuncia
porque me habían quitado lo primero que era mío.
Lo primero que era verdaderamente mío, mi crio.

Me sentí una verdadera sobreviviente.
Sobreviviente de mi propia vida, de una caída y
de las miradas sentenciosas de las mujeres en el hospital,
mujeres que me atendieron como si fuera yo el demonio.

Sacaron a la criatura de mí con profesionalismo práctico
pero sin nada de profesionalismo ni tacto emocional.
Para ellas era una basura por llegar así, una promiscua, una puta.
De todos modos el formulario me hubiese provocado un aborto.

En la comisaría no fue distinto,
“Acusar a tan conocido y noble señor”
pisar siquiera ese recinto público con mentiras
era meritorio de la cárcel “para una hija malagradecida”.

La justicia no llegó para mí ni para mi hijo,
la injusticia llegó de todas las instituciones.
Me pregunto qué hubiera pasado de tener un pene.
Luego de eso tomé mi primera cerveza, y un puñado de pastillas.


Dos poemas de la serie "encuentros y desencuentros" (junio del 2013) referidos a los diversos tipos de violencia que sufren las mujeres por ideas acerca de los roles de género.