la Santa Rita del patio estaba en total silencio,
como orando porque yo no recuerde que era sábado
y debía hacerle un recorte a su verde pelo
no lo había olvidado, pero la lluvia me lo impidió,
la lluvia que llegó en su defensa como hermana mayor,
lavándole la cabellera y haciéndola bailar de alegría,
la lluvia, como adolescente con su propia agenda
lluvia, lluvia, indomable lluvia
que no me permitió salir, que me serenó la intensidad,
-como ella- que sonríe y me inmoviliza
y que tampoco pudo salir debido a la cantidad de goteras
con las que amanecieron las nubes
la lluvia nos regaló, gota a gota, la mañana del sábado,
con apenas unos pocos susurros nos tensó la piel
predisponiéndola a la búsqueda dulce de refugio y calor,
esos que ya solo encontramos en nuestros pechos…
lluvia, lluvia, alcahueta lluvia
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