miércoles, 25 de noviembre de 2015

Poema cotidiano


Miro por la ventana el horizonte
que sin prisa va haciéndose más claro,
me gusta la madrugada y su fresco.

Las luces de lejos no son iguales,
sus colores y formas son también música
que pasa veloz quedándose en el aire.

En parte, la gente no ha vencido al sueño,
está vestida para el día pero sigue ausente
y en parte, el sueño no acepta a ciertos despiertos.

A esa hora, ella ya está librando un combate,
y cuando le da fin, recoge su pelo a un lado
y me muestra su rostro regalándome una sonrisa.

Y me siento amanecido, me siento agradecido,
porque ella sonríe y vale todo...
La hora y 15 que estamos en el colectivo no la siento.

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