miércoles, 13 de julio de 2016

Orquídea

El domingo visitamos a mamá con las chicas. En un momento le pedí a Kary que me acompañe al patio. Quería mostrarle la hermosa flor que había brotado de una de las orquídeas, plantas que le encantan. Por supuesto, nuestras madres nos siguieron, aunque no sé por qué, si ya nos conquistamos, y no hay nada que puedan hacer, jaja…

Quedó encantada de la flor, blanca, hermosa. En medio del encantamiento del jardín en la noche, mamá expresó: “Tu papá plantó esa orquídea, pero se fue sin ver su flor. Pienso que ahora él sabe y está feliz. Encima mira hacia mi pieza…”.

Dentro de mí, el escuadrón de lágrimas tipo comando que ya estaba listo para salir, se relajó y replegó cuando sentí contenta a mamá, o al menos relajada. Cuando vi a mi amor engatusada con el regalo de la naturaleza e imaginándola allí frente a un espejo.

“Sí, se fue sin ver florecer muchas cosas, pero seguro que ahora él sabe y está feliz”, le respondí a mamá parafraseándola, mientras veía a Kary, radiante, compartir su emoción con el bebé que lleva dentro.

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