Tropecé de forma perfecta,
como hay que hacerlo todo.
10 puntos sobresalientes,
en la categoría profesional.
Las rodillas y manos
me atajaron
para no saludar al piso
como lo hacía Juan Pablo II.
Las manos solo recibieron tierra
y las sacudí por mis cuartos,
una rodilla, un corte
que pronto se pintó de rojo.
El corte no dolió
pero me desesperé
y presioné donde sangraba,
pues no quería que salieras.
Tú que eres mi sangre,
te pido que te quedes,
que corras dentro,
que me mantengas vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario