Se ruborizó al notar la mirada, y achicó su escote juntando los lados de la camisa en un puño. No intentó disimular el enojo, y reclamó:
- Tienes una fijación. No me veas como a una muñeca.
Él respondió:
- ¿Por qué dices sexo de mí?
"La sinceridad conserva la amistad", dice el dicho. Bueno, en ese caso no.
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