viernes, 29 de julio de 2022

La fortaleza

Cuando tengas una pena -decían-
cuéntaselo al río, que la llevará,
no al viento, que la esparcirá.

Obediente de mis mayores
(de los míos, de mi familia,
porque no confío en todos nosotros):

me acerqué al gran río y lo dije:
las mentiras ajenas son lanzas,
quisiera abrazarla, que es mi escudo.

El río se limpió, entonces,
de aceite y otras suciedades
para reflejarme tendiéndole mi mano.

Toqué el agua y fue como
depositar todo el mal, alejándolo,
perdiéndose en la corriente, río abajo.

Sentí que también me fui un poco, 
hecho agua para ir a la fortaleza
y saludarla allá como brisa fresca.

Noviembre 2020

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