miércoles, 21 de marzo de 2018

Otoño

Una vez, una ex compañera me pidió ser garante suyo para el alquiler de una casa, su casa. Prometió que no me causaría inconvenientes. Como la conocía y transpiraba lecciones de amor y catolicismo, accedí. 6 meses después me contactaron del departamento judicial de la inmobiliaria para notificarme de un próximo proceso por falta de pago. Casi me muero, y casi se muere papá que recibió la notificación. Cancelamos la cuenta. Ella, desaparecida en acción. Hasta ahora me pregunto si aún creerá en su ida al cielo tras su muerte.

Una familiar cercana (de 3er grado, o tipo, como los encuentros extraterrestres), siempre se ofrecía a ayudar con la limpieza de nuestras casas, a lavar, planchar y cocinar. También y si hacía falta solamente como compañía, cosa muy importante, por cierto, en estos tiempos en que tanta soledad y abandono existen. En su última visita, llevó de regalo un regalo que papá me dio. Ah, lo llevó como regalo que ella mismo se hizo. Para mí el valor de la lámpara era emocional, pero sin superar el recuerdo imborrable que tengo del viejo dentro mío. Ella habrá conseguido 60 o 70 mil guaraníes por el bronce, y como para nosotros ya pasó, ha de ser su conciencia (?) la que yo no la deja venir y vernos los ojos.

Los legisladores se presentaron como blancas palomas, jurando defender la Constitución y velar por el cumplimiento de las leyes, y son ellxs (malditos, corruptos, badulaques, sinvergüenzas) quienes las pisotean. Estos días aprobaron una Ley de Auto-blindaje para que no puedan quitarles su investidura, que, definitivamente no se merecen.

3 casos entre tantos que hay, en varios ámbitos y en varios niveles. Hay mucha farsa, mucha hipocresía en el ambiente. Mucha impunidad, poca justicia en este Gobierno, de nuevo.

Por eso me gusta este otoño, que llegó puntual (ni siquiera media hora antes, puntual), y es sincero. Saludó con una llovizna mansa que le caracteriza, con vientos que le pertenecen, y con este fresquito, que se queda.

Me gusta el otoño que quiere ser otoño.
Que no quiere ser otra estación.
Que hace lo suyo y no es corrupto.
Aunque en Paraguay no sea la tendencia.

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