viernes, 9 de julio de 2021

Revelación

Aquel enero fuimos al río.
Llegamos a la orilla, la recorrimos completa
dejando nuestras huellas en la arena,
y después un corazón con nuestras iniciales.

Nos besábamos cada diez pasos,
pisábamos y respirábamos sincronizados.
La imaginé saliendo del agua como
una nereida, sensual, con su vestido mojado.

Mientras avanzábamos,
las olas, fuertes por su constancia,
bellas por comedidas: nos besaban los pies.
Hacían las mismas cosquillas que el amor.

Entonces,
se sentó en la arena con los pies en el agua
haciendo un puente entre esos dos mundos.
Cerró los ojos y suspiró.

Vi el río y la vi a ella...
Entendí de pronto cómo quería ser amada,
qué clase de amor buscaba...
Que no era de aire, que no era de fuego.

Ni constante, ni comedido,
me despedí en silencio de ella.
Me fui antes de que abriera los ojos,
mientras disfrutaba del amor del río.

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