martes, 26 de abril de 2016

La-mi peluquera

ella gira alrededor mío
para controlar su trabajo desde todos los ángulos y
no apartarse hasta estar satisfecha de cómo queda

sus dedos en mi pelo
lo recorren como si esos secos laberintos circulares
fuesen para ellos apenas suaves cortinas de seda

siento que no le pago,
pues lo que suelo dejarle, además de pelo en el piso,
jamás compensa el viaje en el cual ella me embarca

y aún así vuelvo a buscarla, cada mes, cada vez,
porque mis manos no bastan
para reemplazar las suyas en la tarea de peluquear,
de darle forma a mi pelo, un límite o un orden

ya me he dicho que debo dejar de pensar en ella así,
que debo atender mi clase y
no apurarme por volver a casa y mirarla para sentir
que a mi vida -como a mi pelo- le da ella un orden

No hay comentarios:

Publicar un comentario