a veces aflora de mi pecho el macho
y le prometo calor y placer infinito,
tener mi boca lista para reanimarla
luego de dejarla -y dejarla- sin aire,
ella se vuele pudorosa, se sonroja
y se cubre el pecho con una mano,
luego achina los ojos, me sonríe
y se muerde lentamente los labios,
luego de eso inicia un avance gatuno
y yo -sin opción- estallo por cada poro
mil poemas que no puedo escribir,
porque a mi lápiz se le rompe la punta
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